Biorremediar… ¿el qué?
Si pensamos en los usos que les damos a las plantas, seguro que se nos vendrían algunos a la mente como la extracción de fibras vegetales para fabricar telas (y con ellas ropa) o incluso utilizarlas para alimentarnos, pero… ¿sabías que tienen una aplicación biotecnológica muy interesante? Pues sí, esta se llama biorremediación, y en este post te voy a explicar en qué consiste y en qué situaciones podemos hacer uso de ella.
La biorremediación consiste en el aprovechamiento de la capacidad que poseen los organismos para degradar contaminantes hasta convertirlos en no tóxicos o inocuos. Dicho de otro modo: con la biorremediación, la biotecnología pretende hacer uso de organismos concretos para que degraden elementos tóxicos, que pueden estar contaminando el agua o los suelos, llegando a afectar a la fauna (incluidos los humanos) o flora del lugar.
Sabemos que la mayor parte de la contaminación ambiental es a causa de la actividad humana: zonas de actividad minera, militar (por residuos de los explosivos), industrial… por lo que para intentar “remediarlo” y eliminarlos podemos hacer uso de distintos organismos «bio», como bacterias (o enzimas bacterianas), hongos, plantas… entre otros. Pues bien, hoy os voy a explicar la aplicación de las plantas, más conocida como fitorremediación, del griego Python (planta).
En primer lugar, ¿cómo sabemos si un suelo está contaminado? Por ejemplo, en el caso de un emplazamiento con actividad minera, deberemos medir la cantidad de sustancias presentes en él al cerrar la mina y compararlas con el valor medido antes de iniciar la explotación minera. Si la concentración de metales ha aumentado considerablemente, estaremos hablando de un suelo contaminado.
El principio de la fitorremediación se basa en que las plantas, que absorben los nutrientes y el agua por las raíces, extraen y aprovechan el contaminante. Esta sustancia puede ser almacenada en la planta, por lo que la tendremos en un sitio localizado (generalmente en el tallo y hojas de la planta) en vez de tenerla repartida por todo el suelo. En este caso, podremos recoger la parte aérea (la que se encuentra por encima del suelo) y quemarla o tratarla para eliminar los contaminantes. Estas plantas nunca podrás ser utilizadas en alimentación, al contener grandes cantidades de productos tóxicos, por eso suelen ser quemadas.
Existen varios tipos de fitorremediación como la fitotransformación, fitovolatización… ¡pero eso lo dejo para otro día! Como curiosidad, te interesará saber que existe una estrategia conocida como fitoextracción y que las plantas que la llevan a cabo son denominadas «plantas hiperacumuladoras». En este caso, el metal extraído no es un contaminante, sino un elemento de valor, como el oro o la plata. Y en estos casos, al recolectar las plantas se les hace una serie de tratamientos químicos para recuperar el metal en cuestión.
Sin embargo, existe un problema. Y es que en los suelos contaminados, el rendimiento de la planta es muy bajo, ya que si la contaminación es demasiado elevada, las plantas crecen poco o no sobreviven. Por ello, es interesante hacer uso de la biotecnología y mejorar las propiedades de esas plantas para que adquieran cierta tolerancia y puedan sobrevivir en ambientes contaminados, con el objetivo de «biorremediarlos».
Si aún no tenéis clara la necesidad y aplicación de esta técnica, podéis encontrar un claro ejemplo en el desastre ecológico sucedido en Aznalcóllar (Sevilla) en 1998, en el que se vertieron alrededor de 6.000 L de tóxicos que llegaron a poner en peligro el parque nacional de Doñana, además de contaminar más de 4.000 hectáreas. Si queréis más información sobre este caso, podéis visitar este vídeo realizado por El País en 2018, al cumplirse 20 años del suceso. Tras el desastre, hubo mucha investigación y seguimiento para emplear la fitorremediación y mejorar la calidad del suelo contaminado. Podéis profundizar más en este enlace (¡y éste!).
Muchas gracias por haber leído este artículo, ¡espero que os haya interesado!
Bibliografía
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1 comentario
Rubén · 20 marzo, 2023 a las 4:53 PM
Muy buen artículo Elena. 😀